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Anne Hathaway, asistente sorpresa al festival

Que el sentido común sea el menos común de los sentidos es tan banal como cierto. Pero hizo falta Anne Hathaway (Nueva York, EE. UU., 1982) para poner algo de lógica en la lógica: si quieres ser el mejor, vístete como corresponde. Como hace una novia en el día más importante de su vida. Entonces con un conjunto de lentejuelas blancas top corto y falda con cola de Armani Privé, y un impresionante collar de Bvlgari con un zafiro de 107 quilates–, la actriz se sube a los altares del festival que, más allá de celebrar el séptimo arte, también exalta la moda. Algo que la mayoría de las veces solo se obtiene desde un minimalismo estético.

Tan mini como el otro outfit que desfiló Hathaway en el Festival de Cine de Cannes en su edición 75. Firmado por Gucci, un mini vestido azul y negro con detalles brillantes colocó a la estadounidense en ese punto del camino donde el camino se bifurca en dos direcciones. el de la mirar estilo romántico de los años 60, logrado con elecciones sofisticadas, peinados abullonados y complementos desgarrados, y el de una firme apuesta por el atrevimiento: unos pocos centímetros de tejido, el innegable protagonismo del látex y un sujetador de bala inspirado en el que Jean Paul Gaultier realizó en exclusiva para una joven Madonna, en 1990, cuando iniciaba su gira Blond Ambition en la ciudad japonesa de Chiba.

El látex no es una tela agradecida, así lo confirmaron con sus poses incómodas más de una celebridad en un foto llamada. Pero es traicionero. Tanto o más que ese mal compañero que os inspira a seguir cometiendo fechorías juntos mientras ya estáis pensando en cómo libraros del castigo. Resbaladizo y pegajoso. Rígido y revelador. Su inexistente toque de gracia significa que la moda rara vez ha confiado en su capacidad para ser elegida en un evento de alto perfil. aunque lo hizo Anthony Vaccarello en la colección Otoño/Invierno 2020 de Saint Laurentcuando con sus creaciones consigue que el tejido más atrevido del armario brille en su versión más elegante.

Pero no era Madonna niño terrible de la música, que en esta ocasión presumió de estilo. Lo hizo una actriz que llegó a la gran pantalla convirtiéndose inesperadamente en la Princesa de Genovia y con el paso del tiempo se ha convertido en una de las actrices más necesitadas del cine actual.

Con Los Miserables hizo que los espectadores se levantaran de sus asientos mientras se alineaban uno por uno para disculparse por años de considerarla una de las peores criaturas que ha dado Hollywood. Y al mismo tiempo, los usuarios de Google dejaron de escribir «¿por qué todos odian a Anne Hathaway?». busca la cara de la nueva novia de americatrono que le arrebató a la mujer de la sonrisa infinita, Julia Roberts, y que ella aún hoy mantiene, entre otras cosas, gracias a apariciones tan frescas y soberbias como las que realizó en la ciudad de la Costa Azul, con motivo de la presentación de su nueva película, tiempo de armagedónpara conquistar Cannes y las redes sociales.

Anne Hathaway, de Armani Privé y joyas de Bvlgari, en la 75ª edición del Festival de Cine de Cannes.

La alta costura ha encontrado su camino hasta este rincón de la Costa Azul, que ya se ha convertido en el centro neurálgico de las tendencias belleza y el encanto desfilando por Hollywood cada temporada. Un momento diseñado para llamar la atención y acertar y equivocarse para abrir la boca para hacer el mismo comentario: «Fulanita no pudo deslumbrar mejor».

Ha llegado. Fue Anne Hathaway quien, sin decir palabra, nos dio la lección de estilo que no se debe olvidar: si quienes te miran no te ven como el «wow» más sorprendente de la vida, ¿qué haces ahí?

Hildelita Carrera Cedillo

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