De los creadores de «Everyday is a World Something Day» llega… ¡El Día Mundial de la Contraseña! Una fecha tan significativa, establecida por cualquier estadounidense con vocación de marketing, nos recuerda aquellos tiempos de la era pre-internet en los que las contraseñas o contraseña estaban limitados a los cuatro dígitos de un cajero automático o una tarjeta o una caja fuerte para los ricos. Había que ser muy olvidadizo para olvidar cuatro dígitos, aunque sucediera. Sin embargo, la vida digital actual implica establecer algún tipo de barrera de seguridad para que no nos roben la identidad, nos roben el dinero del banco o nuestras fotos más íntimas y privadas. Y sí, es tedioso y complejo, no solo establecer, sino también recordar, contraseñas de más de ocho caracteres y que incluyen letras mayúsculas y símbolos especiales. Ni siquiera estamos hablando de cambiarlos periódicamente.
Según un informe de la firma de ciberseguridad Kaspersky, dos de cada diez españoles utilizan siempre las mismas contraseñas para todo. Por otro lado, otro estudio de Help Net Security especifica que el 37% de los usuarios tiene más de 20 contraseñas, el 78% olvida al menos una cada tres meses y el 57% ha restablecido una de sus contraseñas en cuestión de 90 días. Todos estamos hartos de las contraseñas y aunque Bill Gates predijo una vez su muerte en 2004, aún no se ha encontrado una solución definitiva. En cualquier hogar, conversaciones como esta se repiten cuando se habla con alguien de cierta edad (historia real, aunque se han cambiado los nombres para proteger la identidad de los protagonistas):
–Debe volver a introducir la contraseña del correo electrónico…
Y no sé qué es.
-La que pones en tu día
– ¡Cómo voy a recordar! Tengo un papelito con todas las contraseñas, lo buscaré, pero prueba con Manolo1952, o quizás era Bareta, me gustaba la serie, pero no sé si tenía una o dos T.
–¿Con mayúscula?, pero igual no, porque tiene que haber puntos, signos o guiones, cosas así.
–F***** contraseñas, ¿por qué están haciendo esto?
–…Siempre lo mismo… Para no robarte los ahorros, por ejemplo. ¿Salís de casa y dejáis la puerta abierta? Bueno, es lo mismo, como las llaves.
–Es un idiota *****, el celular, la computadora y la madre que los parió… (Siguen otras palabrotas)
La biometría en algunas de sus formas aparece como esta solución universal y definitiva, pero con matices. La empresa española Veridas asegura que la clave está en apostar por “lo que somos” para identificarnos, por nuestras propias características fisiológicas. En los teléfonos móviles, el uso de huellas dactilares para facilitar el acceso a determinados aplicaciones Nos alivió del estrés en ese sentido. También vinculado a nuestro perfil de Gmail o Apple, todo contraseña y se completan automáticamente cuando accedemos a algo. Cómodo, pero bastante inseguro. Usar nuestra cara tampoco es muy confiable. Si bien esto es avanzado y no vale la pena tomar una foto del sujeto para desbloquear el dispositivo, esta solución implica necesariamente tener la cámara siempre operativa -piense en computadoras o tabletas– lo que nos puede llevar a una Hackear para que grabe imágenes privadas para extorsionarnos, entonces hacemos otro problema de un problema.
Veridas eleva el reconocimiento de voz asistido por inteligencia artificial. ¿No pueden grabarnos y luego engañar a la máquina? Estas son líneas interesantes. En las películas de ciencia ficción la fórmula clásica ha sido casi siempre el escáner de iris, pero vale la pena recordar una escena de una película cuyo título no recuerdo en la que el villano escapa abriendo la puerta tras acarrear con el globo ocular de un guardia clavado en un lápiz. como si fuera una piruleta. Sí muy gracioso. También hay una parte de nuestra morfología humana que es única y específica de cada ser humano: la oreja. Quizá bastaría con pegar el pabellón auditivo a la pantalla del móvil, un gesto más natural, pero desde luego no 100% fiable.
Entonces, desafortunadamente por ahora, es mejor poner un galimatías indescifrable como «eHt89LLuhstpas23#L()Bhhhhdur». Armarnos de paciencia.