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Mujeres anónimas (pero elegantes y familiares)

En concreto, el nombre de una mujer aparecerá en los titulares un 21% menos que el de un hombre (y hasta un 40% menos en algunos de los temas más importantes). Y eso, si tienen la suerte de aparecer en un reportaje, porque la infrarrepresentación de las mujeres en los medios es tal que uno encontrará 2,5 veces más reportajes sobre ellas que sobre ellas. En estos casos, no será sólo una mujer sin nombre, sino con apellido femenino, es decir, por la mención explícita de su género mediante el uso de palabras como “femenino” o “mujer”, es decir, 2,3 veces más. frecuente en mujeres que en hombres. Es una subordinación semántica que relega a la mujer a un papel secundario o anecdótico: talento femenino, deporte femenino, liderazgo femenino… Un apellido que, sí, puede ayudarnos a salir de la invisibilidad, pero que nos deja en una segunda liga en el uno que debes dejar ahora.

Estas son solo algunas de las conclusiones que hemos extraído del estudio Mujeres sin nombre. Avances en la presencia mediática de las mujeres y el desafío destacado, que acabamos de publicar en LLYC, que analiza 14 millones de noticias publicadas el año pasado con mención explícita de género en 12 países. Y sí, los datos extraídos son devastadores, pero también se pueden revertir.

Es posible transformar estas cifras, pero solo con la responsabilidad y el trabajo de todos: por supuesto, los propios medios deben fijar objetivos claros y asumir compromisos. La tecnología nos permite, como en este estudio, analizar grandes volúmenes de información para tener diagnósticos iniciales precisos y medir los resultados. Los periodistas que integran las redacciones, hombres y mujeres, deben interiorizar este desafío, despojarse de sesgos y asumir la responsabilidad de saber qué fuentes consultan y cuántas veces tienen que descolgar el teléfono antes de dar el sí a una entrevista o declaraciones. Y, además, las mujeres directivas, científicas, deportistas, políticas…, en definitiva, expertas en cualquier campo, deben estar disponibles, traspasar ese umbral que les impide ser visibles y revertir estas cifras de mujeres en los medios. , que les resta importancia y les deja sin nombre ni protagonismo. Finalmente, son las propias empresas las que deben apoyarlos para que puedan participar más. La tarea es conjunta, y si falla solo uno de los actores, no será viable.

Cada vez más medios y periodistas son conscientes de esta necesidad, y me alegra que todos apoyen en sus redacciones a corresponsales de género y de especialización, lo que a su vez contagia a otros compañeros y secciones de la en head y hacen pedagogía para que este cambio suceda.

Pero aún hay un largo camino por recorrer. Porque incluso en la autoría de estas piezas hemos detectado que los hombres firman más (un 50% más), y también en secciones o sobre temas relacionados con la economía, la política, la tecnología y el deporte, mientras que las mujeres suelen firmar en cultura, salud o sociedad.

Es más, parece que el tiempo no pasa: las mujeres y sus familias siguen siendo una pareja inseparable, un 36% más de personas mencionan a la familia en noticias de mujeres. Uno de los datos que más nos ha llamado la atención es que hay un 366% más de menciones a la familia en las noticias corporativas asociadas a mujeres que a hombres (4 veces más), y un 191% en el caso de la ciencia (el doble).

Y, claro, la imagen sigue pesando. La forma de vestir se refleja en 1 de cada 25 historias sobre mujeres, un 20% más que cuando las noticias hablan de «hombre» o «masculino».

Pero si algo nos duele es darnos cuenta, en muchos casos, de la doble victimización en la cobertura de la violencia de género. El foco sigue estando en la víctima y no en el agresor. Las mujeres son citadas casi 3 veces más que los hombres cuando se trata de hablar de violencia, y el doble en situaciones de acoso.

Poco nos extrañó ratificar que el deporte es un terreno de juego masculino. Las noticias sobre mujeres representan solo 1 de cada 20 noticias deportivas, y el fútbol sin mención de género se percibe como masculino en el 95% de los casos.

Finalmente, no solo a las mujeres les cuesta más aparecer en primera plana, sino que para que sea bueno ya no es suficiente, hay que ser extraordinario. Descubrimos que el referente de mujer reflejado en los medios es muy a menudo el del éxito y la excepción. Las noticias sobre mujeres políticas, por ejemplo, destacan sus éxitos un 50% más y minimizan sus errores en comparación con los líderes masculinos. Esto alimenta el síndrome del impostor, la inseguridad y la agotamiento. Si alguna vez te ha costado dar el salto, te estás comparando con otros que te parecen inalcanzables.

Así que hagamos todos un esfuerzo concertado. Solo así será más fácil poner nombres propios a las mujeres y, para superar esta subordinación semántica, será natural tener muchas más tipografías femeninas en las salas, para una mayor representatividad y visibilidad. Y seguramente las preguntas sobre la reconciliación y la familia surgirán de los cuestionarios de las entrevistas que no se le harían a un hombre, y que le quitan tiempo y espacio a otros temas de su vida. habilidad. Con este compromiso común se favorecerá la especialización de la información sobre igualdad y género, y veremos firmas de compañeros y compañeras de forma equilibrada. Solo así conseguiremos captar la foto que refleje la imagen real de la mujer y por tanto de nuestra sociedad en los medios.

Hildelita Carrera Cedillo

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