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Lecciones de Ucrania: cómo un inversor puede mantener la calma en tiempos turbulentos

Los trágicos acontecimientos que se están produciendo en Ucrania nos recuerdan, una vez más, que los mercados también están a merced de imprevistos y que los inversores deben poder retirarse para sacar conclusiones tranquilas y no tomar malas decisiones.

En retrospectiva, la sucesión de hechos que alteran nuestra tranquilidad es continua, aunque, nuestra cabeza tiende a traicionarnos, hacernos creer que es la primera vez que nos enfrentamos a escenarios de esta naturaleza. Hoy es Ucrania, pero antes era impensable el confinamiento hasta marzo de 2020, una repetición de la Guerra Fría (comercial) entre Estados Unidos y China, el Brexit, la cuasi-quiebra financiera de los estados europeos, la desaparición de parte de los sistema… etc… podemos seguir enumerando las catástrofes de las que han salido el mundo y los mercados a lo largo de la historia reciente.

Si tomamos el índice S&P 500 como referencia, vemos cómo múltiples eventos geopolíticos permanentemente amenazada la estabilidad global dando lugar a fuertes correcciones, pero los mercados siempre han logrado recuperarse en un período de tiempo relativamente corto. Por ejemplo, durante la Guerra del Golfo en 1990, el S&P 500 cayó un 5,9%, pero logró recuperarse a los niveles máximos previos a la crisis en 87 días. Durante los ataques del 11 de septiembre, el índice se corrigió un 11,6%, pero solo tardó 15 días en recuperarse de las caídas. Y, en tan solo 3 días, se recuperó de la corrección del 1,8% provocada por la Primavera Árabe de 2015. Esta misma dinámica se observa en muchos eventos geopolíticos.

Entonces, independientemente del bajo impacto de ciertas crisis y de las consecuencias de todas estas, siempre complejas, las aguas acaban retomando su curso. La lógica de este comportamiento es simple: a largo plazo, más allá de episodios puntuales de estrés de diversa índole, la economía finalmente se recuperalo que hace que las empresas generen beneficios y, en última instancia, esto se traduce en bolsas alcistas.

Lo anterior sirve para recordarnos que el mundo siempre está expuesto a peligros de distintos orígenes y que esto seguirá ocurriendo. Una vez asumido que los riesgos son continuos, variados y casi siempre impredecibles, cobra especial importancia la necesidad de un proceso bien definido a la hora de gestionar el patrimonio. No vale la pena tomar decisiones impulsadas por el miedo o la euforia porque hay una guerra, el estallido de una burbuja o la aparición de un activo de ruptura, pero cualquier cambio debe estar previsto en una política de inversión firme.

En este sentido, a la hora de gestionar activos, independientemente del momento histórico, económico o geopolítico en el que vivamos, es fundamental permanecer fieles a varios principios.

Invertir para objetivos personales o familiares. Una política de inversión definida se adapta a la situación personal actual y futura de cada persona, y sólo un cambio en la misma puede ser causa suficiente para modificar la composición de una cartera. De esta manera, se evitan las alteraciones provocadas por factores exógenos, como bien puede ser una guerra, ya que, a la larga, estos acaban ablandándose hasta el olvido.

Segmente correctamente los objetivos inmediatos frente a los objetivos distantes. A la hora de definir una política guiada por los objetivos de cada inversor, es necesario identificar las necesidades inmediatas de los objetivos a corto plazo, minimizando la volatilidad para asegurar la cobertura de las necesidades del momento. Por otro lado, los objetivos más lejanos en el tiempo implican poder asumir más riesgo, ya que la capacidad de recuperación, al disponer de más tiempo, es alta, como hemos visto.

Definir la política de rebalanceo. La cartera, ya sea por cambios a lo largo de la vida de los inversores o por desajustes generados por el comportamiento de los activos, debe ser reequilibrada periódicamente. Esta es otra forma de no perder de vista los objetivos definidos. Se debe implementar un reequilibrio si el mercado nos ha separado de nuestra ponderación ideal por clase o subclase de activos, lo que nos ayudará a comprar barato y vender caro, eliminando la emoción de nuestras decisiones. Es muy importante poder reequilibrar correctamente para cubrir nuestros objetivos a corto y medio plazo.

Inversión diversificada. La exposición a la economía global debe estar completamente diversificada. La incertidumbre creada por el conflicto en Ucrania sirvió como un desagradable recordatorio para algunos inversores cuyas carteras no estaban diversificadas de la importancia de este punto. Ser diverso reduce en gran medida el impacto de cualquier evento en cualquier empresa, país o sector de nuestra cartera.

En definitiva, lo que ocurre hoy en Ucrania forma parte, salvo el drama humano que implica, de una larga lista de crisis, problemas o conflictos a los que los mercados financieros siempre han estado expuestos. Sí los inversores deben recordar que este será el caso en el futuro.

Sin embargo, contrariamente a lo que pueda sugerir la primera impresión de las emociones, estos mismos mercados siempre han sido capaces de dejar atrás los peores momentos y recuperarse con el tiempo.

Los inversores deben ante todo aceptar que los riesgos son inherentes a las inversiones financieras y que pueden tener un origen muy variado. Por ello, es necesario formalizar un proceso perfectamente definido en el que se limiten las emociones, tanto positivas como negativas, para evitar continuas tomas de decisiones irracionales que arruinan una planificación financiera basada en objetivos claros.

**Barrios de AmílcarGerente de inversiones en Wealth Solutions

Hildelita Carrera Cedillo

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